sábado, abril 21, 2007

Y mi "Carlitos" se casó...

Sí, sé que ha pasado más de un mes. Que ya no es ninguna novedad...

pero entre unas cosas y otras no me he parado a dedicarle unas palabritas al que amenaza con ser la estrella del equipo de casados'07... y, veintimuchos años de amistad sin duda lo merecen.
Eran algo más de las 1 cuando, acompañado de una muy guapa Inma y de los inseparables Aroa y Pepe, llegué a la inmensa Plaza del Ayuntamiento. Allí de golpe vi reunida en unos pocos metros cuadrados a una parte importante de mi vida. A la gran mayoría, por unas causas u otras los conocía así es que marea de besos, abrazos, saludos, reencuentros y muchas muchas risas...

Y es que hemos compartido muchas cosas durante todos estos años. Amigos, confidencias, viajes, borracheras, ilusiones, momentos menos alegres... Resultaba poco menos que extraño ver a aquellos que conservo en la mente como "encanijaos" y siempre vestidos para jugar al fútbol, portando sus elegantes trajes.

De la ceremonia he de reconocer que no me enteré de mucho. Un recinto pequeño, mucha gente, nervios... y en 10 minutos Carlos se había casado. Voló el arroz en grandes cantidades. Asustaba ver a Javi, al "Pi" y a Ignacio con la bolsa preparada...Luego llegaron las felicitaciones, las enhorabuenas y demás. Yo, absorto en mi mundo, me quedé de los últimos en hablar con él. Era de esas veces que cualquier cosa que digas te parece absurda, de esas veces en que no aciertas a decir nada coherente y acabas farfullando algo ininteligible.
Impresionaba su mirada, la forma en que desprendía felicidad, la apariencia de estar allí sin estarlo. He de decir que no era diferente a la de otros días en que lo he visto con Silvia, pero ese día, quizás magnificada por las circunstancias, era una mirada que despertaba envidias, al menos mi envidia. Así es que si como dicen "la cara es el espejo del alma" debió ser una sensación irrepetible para ellos dos.

Instalados ya en el elegante salón de celebraciones, elegimos una cuidada ubicación a mitad de camino entre el tirador de cerveza y el experto cortador de jamón. ¡Qué grandes las enseñanzas de mi profe Fernando II en ese sentido!

Allí en la copa de bienvenida continuaban los saludos. Llegaba el autobús con la gente de Villaharta con el gran Jara y Ana entre ellos. Y mi corbata, con el nudo mal hecho desde el comienzo, comenzaba a sufrir.

Luego pasamos a comer. ¿Cuál es tu mesa?... y siempre la misma respuesta "la 11". Eso no era una mesa, era como la de los banquetes de Asterix y Obelix pero sin jabalies. Allí sentado frente a los señores De Los Ríos e Higuera pasaron tres horas en las que se contaron las historias de siempre, aderezadas con las mismas anécdotas de las que siempre nos reiremos y acompañadas, como no, de mis tradicionales paseos por toda la mesa.

Marisco, Bacalao, un exquisito solomillo y un sorbete de limón de dudosa apariencia pero buen sabor compusieron una larga comida que se extendió a más allá de las 6. A partir de ahí la locura. Con el vino y la cerveza bien asentados, el personal se lanzó a la conquista de la barra libre. Un par de copas y el teléfono del hostal empezó a sonar. Éste se iba quedando sin habitaciones al tiempo que el autobús se iba despoblando. Nadie quería marcharse en mitad de la batalla. No obstante, hubo bajas... Pepe, Aroa, Juan, Gema... nos dijeron "Adiós" con cara de "joder, mira que tenerme que ir ahora". No era sólo una boda, era una reunión de amigos a los que conforme pasan los años les cuesta más coincidir.

A partir de ahí he de decir que mi claridad de ideas cayó en picado...
(Como el post es muy largo, habrá segunda parte)